DESCUBRIR LOS AROMAS Y SABORES DE ASTURIAS, PERO ESCALERAS ABAJO.
La esquina de 1ro de Mayo y Rioja es conocida por tener la mejor vista al Monumento a la Bandera. Pero a los que les gusta mirar para abajo saben que en ese rincón se encuentra La Marina.
Ese tradicional restaurante subterráneo, que desde hace tres décadas es una parada obligada para los parroquianos de la zona. Uno de los responsables de que este lugar sea parte entrañable de la historia de muchos rosarinos es Angel Viñes , un asturiano con agallas que para darle carácter más familiar al comedor no tuvo mejor idea que acoplar a toda su familia en el negocio.
“Aquí hay tres generaciones de Viñes trabajando día a día, y eso me convierte en un hombre agradecido y feliz”, dijo mientras servía un carajillo a uno de sus fieles clientes. Aquel que pase por 1ro de Mayo 890 le llamara la atención un pizarrón apoyado sobre una pared en donde se detallan una veintena de platos típicos españoles escritos en tiza.
A otros le sorprenderá ver una serie de ventanitas que se levantan sobre la vereda y los demás disfrutaran del aroma de una fabada asturiana o de una inconfundible paella española.
La otra sorpresa del local son las escaleras que bajan desde la superficie hasta el subsuelo. Una vez allí, aparece un largo mostrador y un pequeño bar americano para tomar un vermucito con cantimpalo, que precede el almuerzo o la cena. El renovó y fue cambiando al convertirse en restaurante. Recuerdo que los portuarios pasaban por la puerta y me decían “gallego nos echaste” al ver el local con una presentación más familiar que el negocio anterior, expresó Viñes, con referencia a quienes pasaban toda la noche aguantando el mostrador.
Lo cierto es que el clima familiar que caracteriza La Marina desde hace 50 años no solo se da porque la clientela se siente como en casa, sino porque los atienden son tres generaciones de Viñes.